Dos eventos tristes relacionados entre sí marcaron la semana pasada: el miércoles, 11 de septiembre se cumplieron 40 años del golpe de Estado respaldado por EUA que derrocó al presidente socialista de Chile, Salvador Allende; el lunes, el gran periodista y director de documentales Saul Landau — un amigo colaborador de toda la vida The Nation — murió a los 77 años.
Los primeros artículos de Landau para The Nation se basaron en una investigación de varios años sobre el asesinato del Ministro de Exteriores de Allende, Orlando Letelier, en un atentado de coche bomba en Washington, DC, a finales de septiembre de 1976. En artículos en The Nation y en su aclamado libro de 1980, Assassination on Embassy Row, escrito con su colaborador habitual, John Dinges — que nuestro crítico Jorge Nef llamó “un provocativo estudio [que] se lee como una hipnotizante novela de espías” — Landau demostró rigurosamente que la complicidad de las agencias de inteligencia de EUA con los crímenes del régimen de Pinochet no terminó con el trágico golpe de 1973.
Apenas un mes antes de ser asesinado, Letelier — entonces miembro del Instituto de Estudios Políticos (IPS por sus siglas en inglés), que ahora celebra su quincuagésimo aniversario – publicó un artículo muy clarividente en The Nation “Economic ‘Freedom’s’ Awful Toll: The Chicago Boys in Chile“, que documenta extensamente los esfuerzos de los economistas conservadores estadounidenses en convencer al régimen de Pinochet “que están preparados para complementar la brutalidad, que poseía el ejército, con la capacidad intelectual que carecían”. En un editorial la semana después del atentado – que también mató la asistente de Letelier en el IPS Ronni Moffitt, ciudadana estadounidense de 24 años de edad; e hirió a su marido, Michael, quien estaba en el asiento trasero — The Nation escribió: “Letelier hizo la conexión política esencial en ese artículo — que el tipo de organización económica que EUA fomentaba en Chile exigía absolutamente un ‘sistema de terror’ para tener éxito. Y ahora ese sistema de terror ha alcanzado y dado fin mediante el asesinato a un opositor de la dictadura que tanto trabajó EUA para instalar”.
Landau y Ralph Stavins, ambos colegas de Letelier en el IPS, se lanzaron de inmediato a una investigación para determinar tanto el responsable directo como el cómplice. En un artículo de The Nation de marzo de 1977 con el dramático título This Is How It Was Done Landau y Stavins presentaron la evidencia que vincula la policía secreta chilena DINA con el crimen:
Nuestra evidencia indica que un agente de la DINA de alto nivel aterrizó en Miami el 13 de septiembre de 1976, y se reunió con un grupo de exiliados cubanos que ya habían sido alertados de que un “contrato” estaba por venir. El agente de la DINA trabajó en los detalles del asesinato de Letelier con cuatro jóvenes terroristas, conocidos por su audacia y sangre fría. Después de haber obtenido un explosivo plástico y un dispositivo de detonación, se fueron a Washington. Allí se encontraron con los agentes de la DINA, haciéndose pasar por funcionarios chilenos, estacionadaos en la Embajada de Chile. Los agentes con sede en Washington informaron a los exiliados sobre los hábitos de Letelier, la descripción del coche, horarios de salida, ruta diaria al trabajo, lugar de estacionamiento, y el calendario de trabajo probable en el Instituto de Estudios Políticos durante la siguiente semana.
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Landau y Stavins luego proporcionan un vívido relato minuto a minuto del asesinato en base a su investigación de seis meses
Cuando Letelier llegó Sheridan Circle, una mano en el coche gris [de los asesinos] presionó un botón. Michael Moffitt escuchó el sonido como “agua en un cable caliente” y luego vio a un “destello blanco”. Disparado del auto por la explosión, Moffitt intentó liberar a Letelier quien estaba inconsciente en los escombros sobre él. Sus piernas se habían separado de su cuerpo y habían sido arrojadas a unos 15 metros de distancia. Ronni Moffitt se alejó de la Chevrolet ardiente, parecía estar bien, pero en realidad había sufrido una arteria cortada y pronto murió desangrada. Michael gritó al mundo: ‘Los fascistas chilenos han hecho esto’.
Landau y Stavins entonces comenzaron a desenredar las conexiones entre los asesinos y los principales miembros del gobierno de EUA y las élites de los medios, los que Landau desarrolló aún más en las investigaciones posteriores The Nation:
La mayoría de los funcionarios del FBI y del Departamento de Justicia que investigan los asesinatos han hecho un esfuerzo concertado para lleva a los culpables ante un tribunal de justicia. Al mismo tiempo, otros agentes dentro del gobierno han filtrado materiales del maletín de Letelier, incautados por la policía como evidencia potencial en el momento de la explosión. El material filtrado apareció por primera vez en los escritorios de varios funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo, donde Letelier había servido durante muchos años. Después, el material maletín fue dado a columnistas Jack Anderson y luego a Evans y Novak. Las columnas que estos hombres escribieron intentaron desacreditar a Letelier y desviar la atención de los verdaderos asesinos el General Pinochet, la Junta chilena, la DINA y sus sicarios del exilio cubano.
Los nombres de la mayoría de los asesinos, sus motivos y su modus operandi son conocidos en el Departamento de Justicia. Lo que queda son las preguntas más fundamentales: ¿se permitirá a las autoridades estadounidenses reunir pruebas suficientes para llevar a los asesinos a juicio? ¿Van a nombrar al general Pinochet y otros miembros de junta de gobierno que ordenaron los asesinatos? Y, ¿se revelará en su totalidad el papel de las agencias de la inteligencia y la defensa de EUA, que habíam entrenado previamente los líderes de la junta, los agentes de la DINA y los exiliados?
Unos años más tarde, el propio Landau ayudó a revelar más de ese papel, en su colaboración con John Dinges. En “The Chilean Connection” (28 de noviembre, 1981), que revela nueva información sobre cómo la CIA pudo haber proporcionado información crucial e incluso la asistencia a los asesinos de Letelier y Moffitt:
A principios del verano de 1976, el coronel Manuel Contreras, jefe de la DINA, la policía secreta de Chile, lanzó una operación para asesinar al líder exiliado chileno Orlando Letelier. Ahora se ha sabido que a los pocos días de la creación de esa consipiración Contreras realizó una visita secreta a Washington, DC, donde se reunió con funcionarios de la Agencia Central de Inteligencia y también negoció la compra de armas ilegales y equipos de espionaje electrónico con una empresa dirigida por el los antiguos funcionarios de la CIA Edwin Wilson y Frank Terpil.
Wilson y Terpil se habían dado a conocer después de que un gran jurado federal los acusara de exportar bienes y servicios terroristas al Coronel Muammar ‘el-Qaddafi de Libia, cuyo régimen clasifica alto en la lista de los enemigos de la Administración Reagan. En 1978, la Oficina Federal de Investigaciones había establecido que agentes de la DINA mataron Letelier en territorio de EUA. Esa evidencia, combinada con los materiales recién revelados muestran que antiguos funcionarios de la CIA han cooperado con otras operaciones encubiertas de la DINA en los EUA, parece poner en peligro los esfuerzos de la Administración para rehabilitar la dictadura militar de Chile como un aliado anticomunista.
En otro artículo sobre el tema el año siguiente, “The CIA’s Link to Chile’s Plot,”, Landau y Dinges revelaron que Contrera también se había reunido dos veces con el funcionario de segundo rango más alto de la CIA, subdirector Vernon Walters. Una de dichas reuniones se produjo justo un mes antes del asesinato..
El nombre de Walters ha surgido varias veces en relación con Contreras y los agentes de la DINA que planearon el asesinato, de acuerdo con la evidencia recopilada por el FBI que muestra que Walters viajó a Asunción, Paraguay, en junio de 1976, por motivos de trabajo de la agencias. Un mes después, dos agentes de la DINA asignados para matar a Letelier llegaron a Paraguay para obtener pasaportes falsos, usando el nombre de Walters y alegando que Walters y la CIA sabían sobre la misión de la DINA a Washington. Walters ha negado que tuviera nada que ver con los agentes de la DINA o la pasaportes falsos …
La pregunta más grande sin responder dejó inquietudes sobre la relación de la CIA y la DINA y [el asesino de Letelier Michael] Townley en el momento del asesinato. ¿Por qué pudieron agentes de la DINA entrar y salir libremente de EUA? ¿Estuvieron funcionarios de la CIA implicados en eludir el embargo de armas del Congreso contra Chile, y por lo tanto obligados a guardar silencio sobre la actividad de la DINA en Washington en el momento del asesinato de Letelier por temor a revelar otro escándalo de acción encubierta de la CIA?
En 1987, Landau y Dinges llevaron a cabo una entrevista con Armando Fernández Larios, un ex oficial de la DINA, que huyó a EUA para poder revelar la verdad de la participación directa de Pinochet en el asesinato de Letelier. Los autores hablaron con Fernández Larios en una habitación de un motel de Virginia bajo esticta seguridad del servicio de US Marshal.
Fernández ha nombrado a seis generales y coroneles que han jugado un papel directo en el asesinato o en ordenar suencubrimiento. Y ha señalado al Presidente. Dice que el subjefe de la DINA Espinoza, uno de los pocos del círculo íntimo en condiciones de conocer, le dijo que Pinochet había dado la orden de matar a Letelier. Según Espinoza, Fernández dijo que el jefe de la DINA, Contreras admitió a otro general que había puesto plan del asesinato de Letelier en marcha porque había recibido órdenes es en ese sentido. Cuando se le preguntó por quién, Contreras respondió: “Pregúntele al jefe”, que tanto Espinoza como Fernández interpretaron como una referencia al general Pinochet, el único superior de Contreras..
En tantos temas, desde Chile a Irak, la globalización a la lluvia radiactiva Landau “hizo un llamado a todos a que pensáramo, sentó un ejemplo para imitar en sus luchas por la justicia y dejó para siempre su huella”, como escribió en su conmovedor homenaje en The Nation Andrés S. Pertierra. Fue para The Nation un honor publicar su trabajo en un momento tan tempranos y definitivo en su carrera, cuando él trató de descubrir quién fue el responsable de la muerte brutal y prematura de su querido y consecuente amigo.