El Juego de los Koch

El Juego de los Koch

Si los liberales no prestan suficiente atención a esta realidad, corren el riesgo—como ya ocurriera en Wisconsin—de recibir un buen golpe antes de saber de dónde vino.

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El 22 de septiembre pasado, Americanos por la Prosperidad (AFP es su sigla en inglés), una organización financiada por los multimillonarios hermanos Koch y otras grandes corporaciones, convocó a voluntarios del Tea Party, del Partido Republicano y demás activistas conservadores a participar del “Día de Acción Nacional por la Prosperidad”. El objetivo de esta convocatoria fue dar el puntapié inicial de la movilización destinada a derrotar al presidente Obama y los congresistas demócratas en las próximas elecciones.

La AFP está abriendo oficinas en estados indecisos. Algunas de estas oficinas se encuentran en ámbitos que son un tanto irónicos para lo que supuestamente es una organización de base: un country club en Saddelbrooke, Arizona, o una compañía de outsourcing internacional (TAC Worldwide) en Clearwater, Florida. Lo cierto es que la red de la AFP tiene un sofisticado sistema de reclutamiento, conducido por experimentados cuadros republicanos. Los voluntarios reciben incluso tabletas Samsung Galaxy para ubicar rápidamente en el mapa al votante potencial más cercano.

Se trata de una campaña muy bien organizada—la planificación comenzó hace cuatro años—para conseguir que la gente vaya a votar, y que podría servir de modelo para la campaña de Mitt Romney.

En 2009, los hermanos Koch crearon la llamada Red de Prosperidad Wisconsin, para promover el viraje del estado a la extrema derecha. Después de ver el asombroso desempeño territorial del Partido Demócrata en las elecciones de 2008, los operadores republicanos se propusieron superar a sus competidores liberales. Contrataron a activistas del Tea Party para recorrer todo el estado en apoyo a los candidatos del GOP, invirtieron fuertes sumas de dinero para crear organizaciones de superficie como el MacIver Institute, gastaron fortunas en publicidad, y armaron reuniones de propaganda en el terreno.

Tanto trabajo rindió sus frutos: en las elecciones de mitad de mandato de 2010, Wisconsin se volcó mucho más a la derecha que ningún otro estado de la Unión. Desde la perspectiva de los Koch, la inversión fue todo un éxito. Su teoría del cambio se vio reforzada por la hábil campaña anti-recall del gobernador Scott Walker, en la cual 75 operadores políticos de la AFP dieron batalla a los sindicalistas en cada rincón del estado.

Este exclusivo sistema de movilización de votantes—que funcionar por afuera de la maquinaria del Partido Republicano—se llama Themis, por la diosa griega del orden divino. Themis es una base de datos construida con información comprada por los hermanos Koch o reunida por su encargo. Tim Phillips, del equipo político de los Koch, lo explicó así a USA Today: “Es un sistema de localización geográfica que recoge todo tipo de información sobre un potencial votante, desde datos del Censo y votaciones previas hasta su historia de consumo”. Y agregó: “Sabemos hasta qué revistas compra y que websites visita”.

Los hermanos Koch sostienen un staff de más de 200 operadores políticos en 31 estados. Es también probable que buena parte del dinero que donan a grupos como la NRA y la Coalición Fe y Libertad (liderada por un antiguo socio de Phillips, Ralph Reed) sea también destinado a estos fines. Siguiendo con el modelo de Wisconsin, la idea es asociarse en cada estado con grupos conservadores que sean capaces de movilizarse rápidamente y asegurar al partido un buen desempeño en el día de la elección.

Se presta mucha atención al gasto en publicidad televisiva, pero redes como la AFP –que también entrena a partidarios del Tea Party y del grupo True the Vote para intimidar a votantes de minorías- pueden llegar a jugar un rol aún mayor que el de aquella. Su costo no puede detectarse a través de la FEC, ya que los integrantes de la AFP se niegan a registrar a sus agrupaciones de base como gastos independientes. Organizaciones demócratas como America Votes tienen su propia operación de votantes, pero las redes de los Koch son mucho más efectivas. Si los liberales no prestan suficiente atención a esta realidad, corren el riesgo––como ya ocurriera en Wisconsin—de recibir un buen golpe antes de saber de dónde vino.

Traducción al español de Claudio Iván Remeseira.

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