¿Está Walmart Perdiendo el Apoyo Bipartidista?

¿Está Walmart Perdiendo el Apoyo Bipartidista?

¿Está Walmart Perdiendo el Apoyo Bipartidista?

Ha llegado el momento en que demócratas y progresistas conscientes sigan el ejemplo de Nueva York y tomen distancia de este oscuro seductor.

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En los últimos años, al establishment demócrata y gran parte de la prensa masiva se le ha dado por abrazarse con un extraño compañero de ruta: Walmart. La reciente nota de tapa del New York Times en la cual se señala que la subsidiaria de esta empresa en México, Walmex –la mayor operación de Walmart fuera de Estados Unidos–, habría pagado más de 24 millones de dólares en sobornos a políticos locales para aceitar el negocio y expandir su cadena a todos los rincones del país, constituye una oportunidad única para denunciar el malhadado romance de políticos y organizaciones progresistas con esta compañía.

Para quien conoce el paño, la noticia de que Walmart quebró la ley no es ninguna noticia; acusaciones de abusos salariales y discriminaciones de género son bien conocidas. La gran diferencia en este caso es que mientras que los escándalos del pasado involucraban por lo general a gerentes de menor jerarquía  (a quienes la empresa calificaba como “manzanas podridas”),  la investigación del Times deja bien en claro que los más altos directivos de la firma no sólo estaban al tanto de lo que ocurría en México sino que también tomaron medidas para entorpecer una investigación interna y encubrir el probable delito.

Walmart, que tuvo su origen en parte rural del país, siempre estuvo orgullosa de sus valores conservadores. En la reunión de accionistas de 2003, la conducción hizo alarde de la fortaleza de la compañía en los estados “rojos” (republicanos) y caracterizó las críticas a sus prácticas laborales como ataques de citadinos liberales a la honesta gente del campo.

Hace un tiempo, sin embargo, Walmart cambió de melodía: la consigna, hoy, es ser bipartidista. Quien está al frente de esta nueva estrategia es el ex operador demócrata Leslie Dach,  Vicepresidente para asuntos corporativos, a cargo también de la política de imagen de la empresa. Dach, contratado por Walmart hace seis años, ha tratado desde entonces de ganar el apoyo de los estados “azules” mediante iniciativas de protección ambiental, generosas contribuciones a candidatos y donaciones a organizaciones sin fines de lucro como Demos y el Center for American Progress. ¿A qué se debe este golpe de timón? A que Walmart necesita el apoyo liberal para expandirse en las ciudades costeras, cuyas autoridades electas tienden a ser demócratas, y para asegurarse un marco regulatorio favorable, sea cual sea el partido en el poder. A pesar del largo historial derechista de la firma y de sus fundadores, la familia Walton, esta estrategia de seducción ha cosechado algunos éxitos notables.

Michelle Obama, por ejemplo, eligió a Walmart como un socio prominente de su cruzada contra la obesidad infantil; el CEO, Mike Duke, es un invitado frecuente a almuerzos y charlas telefónicas con el famoso marido de Michelle. Muchos activistas comunitarios y líderes locales han manifestado también su apoyo –especialmente en Washington y Chicago, en donde la empresa había chocado con una fuerte resistencia de organizaciones de base–, a menudo a cambio de pequeñas contribuciones de campaña u otros favores.

Pero desde que salió la nota del Times, por los menos uno de los líderes demócratas, Bill Thompson, retiró su apoyo. Ya en 2005, cuando era controlador de la ciudad (una de cuyas funciones es supervisar el fondo de pensiones, NYC Fund, que es uno de los accionistas de Walmart), Thompson estaba tan preocupado por los diversos problemas legales de la compañía que, aún sin sospechar nada sobre sus actividades en México, reclamó a sus directivos que mejoraran el sistema de controles legales. Después de varias ideas y vueltas, Walmart descartó el pedido de Thompson. Ahora, la ciudad de Nueva York está promoviendo una resolución para echar a varios de los directivos involucrados en el escándalo, entre ellos Duke y el director de la junta Robert Walton, hijo del fundador, Sam Walton.

Para aquellos que quieren ver un cambio real en Walmart, el escándalo no podría haber sido más oportuno. Los accionistas se reunirán el mes que viene, y aunque la propuesta de la ciudad difícilmente prospere (la familia Walton controla más de la mitad de los votos), el apoyo de otros accionistas podría llegar a ejercer mucha presión. Según algunos analistas, otros fondos de pensión podrían sumarse al reclamo de NYC Fund.

Un análisis fondo del tipo de lobbying desarrollado por Walmart ha desnudado también sus escasas credenciales liberales. Por ejemplo, hay cada vez más voces que reclaman que la empresa quite su apoyo a ALEC, la organización promotora de leyes de defensa propia que quedó bajo la lupa después de la muerte de Trayvon Martin. El Washington Post señaló hace poco que Walmart hizo también un intenso lobby contra la aprobación de leyes que penalicen a compañías que  paguen sobornos fuera del país.

A partir de las revelaciones del Times, no le será tan fácil a Leslie Dach seguir desviando la atención de sus amigos liberales de los abusos de derechos humanos y el activismo de extrema derecha de sus empleadores. Los esfuerzos de RRPP, las contribuciones a NPR y a Harvard, y las legiones de camiones equipados con tecnología sustentable ya no alcanzan. Ha llegado el momento en que demócratas y progresistas conscientes sigan el ejemplo de Nueva York y tomen distancia de este oscuro seductor.

Traducción de Claudio Iván Remeseira
 

We cannot back down

We now confront a second Trump presidency.

There’s not a moment to lose. We must harness our fears, our grief, and yes, our anger, to resist the dangerous policies Donald Trump will unleash on our country. We rededicate ourselves to our role as journalists and writers of principle and conscience.

Today, we also steel ourselves for the fight ahead. It will demand a fearless spirit, an informed mind, wise analysis, and humane resistance. We face the enactment of Project 2025, a far-right supreme court, political authoritarianism, increasing inequality and record homelessness, a looming climate crisis, and conflicts abroad. The Nation will expose and propose, nurture investigative reporting, and stand together as a community to keep hope and possibility alive. The Nation’s work will continue—as it has in good and not-so-good times—to develop alternative ideas and visions, to deepen our mission of truth-telling and deep reporting, and to further solidarity in a nation divided.

Armed with a remarkable 160 years of bold, independent journalism, our mandate today remains the same as when abolitionists first founded The Nation—to uphold the principles of democracy and freedom, serve as a beacon through the darkest days of resistance, and to envision and struggle for a brighter future.

The day is dark, the forces arrayed are tenacious, but as the late Nation editorial board member Toni Morrison wrote “No! This is precisely the time when artists go to work. There is no time for despair, no place for self-pity, no need for silence, no room for fear. We speak, we write, we do language. That is how civilizations heal.”

I urge you to stand with The Nation and donate today.

Onwards,

Katrina vanden Heuvel
Editorial Director and Publisher, The Nation

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